Habrán pasado ya unos días del festival, pero estoy segura de que miles de recuerdos de ese día se os vienen a la mente. Por suerte, yo he tenido la oportunidad de vivirlo desde dentro y de participar en un acto tan bonito como es el de que grupos de jóvenes decidan moverse y ayudar a los demás, y sin duda alguna, la recompensa obtenida con la gran cantidad de litros de aceite recogidos es motivo de alegría y ganas de superación año tras año.
El día estuvo cargado de sorpresas, de muchas caras de sueño por el madrugón pero sobre todo, de muchas risas, ganas de repetir y muchas sonrisas en las caras de los niños y también en los mayores que supieron disfrutar como los más peques.
Os invito a que siempre recordéis que lo importante es querer saltar, dejar los miedos atrás y volar muy, muy alto.
Henar Gómez
