Qué nervios
teníamos, pero daba igual porque estábamos dispuestas a pasarlo bien y a darlo
todo. Fue un día intenso, desde por la mañana las madres se ocupan de que todos
estén alimentados y de que la ropa de nuestros hijos esté planchada para cuando
salgan a cantar.
Todos los años las
madres aportan su granito de arena a este Festival tan emotivo y que nos hace sentir parte de un grupo de gente
comprometida. Semanas de ensayos con amigas que nos hacen reír a lágrima viva y
que echamos de menos ahora que ya ha pasado. Cada año nos motivamos más para
que todos nos vean como una piña unida y nuestros hijos estén orgullosos de
nosotras.
Nerviosa, sí.
Nerviosa estaba antes de entrar viendo cómo se iba acercando el momento de subir
al escenario. Un escenario de cuento de hadas que nos transportaba a ese mundo
de sueños y personajes de cuentos tan bonitos y entrañables.
Y todas estábamos
en los baños arreglándonos juntas y cantando por última vez las estrofas de
nuestra canción, sí nuestra canción, que tanto hemos ensayado para que ese día
saliera de nuestras gargantas esa voz de madre que nos gusta que esté presente
en este Festival.
Y por fin salimos,
cada una en su posición como habíamos ensayado, todas atentas a la señal para
salir al escenario. Y ahí estábamos las madres, cantando y bailando al son de
una canción preciosa que nos hizo convertirnos por unos momentos en artistas.
Con los pantalones de colores para que todos nos vieran como madres con el
espíritu alegre y de colores.
Sí, los nervios se
fueron y dieron paso a la euforia del éxito al ver los aplausos y los gritos de
júbilo de los asistentes al Festival. Gracias a todos por esos aplausos que nos
llegan al alma y que nos llenan de ganas para que llegue pronto el año que
viene para volver a reunirnos para ensayar una nueva canción y, sobretodo, para
juntarnos todas y volver a compartir esos momentos que no tienen precio.