5º semana de Cuaresma: Afianza tus raíces




 “No tengas miedo, no te desanimes, porque el Señor estará contigo dondequiera que vayas” (Josué 1, 9).

Una semana más de Cuaresma os traemos una entrada en el blog para ayudaros en este tiempo de reflexión y camino hacia Jesús. La semana pasada nos planteábamos qué fuentes saciaban nuestra sed y cómo Jesús se presenta como un agua viva que satisface esos aspectos de nuestra vida que parecen estar sin vida.

Qué necesaria es esa agua para vivir y qué poco valoramos su presencia. Está en la naturaleza del ser humano valorar la falta y no la plenitud. Tendemos solo echar de menos el hogar, cuando estamos fuera de casa. Apreciamos el calor del verano cuando tiritamos de frío en invierno. Solo apreciamos el agua cuando tenemos sed.

En ocasiones nuestra fe también es así, solo recurrimos a ella cuando nos encontramos mal o cuando necesitamos algo de Dios, pero cuando no tenemos preocupaciones a la vista, nos cuesta más vivir nuestra fe.

¿Te sientes así? ¿Crees que solo recurres a la fe en momentos de debilidad, en momentos de falta o preocupación? ¿Cómo crees que es la fe bien arraigada?

"Toda la congregación de los hijos de Israel marchó por jornadas desde el desierto de Sin, conforme al mandamiento del Señor; y acamparon en Refidim, y no había agua para que el pueblo bebiera. Entonces el pueblo contendió con Moisés, y dijeron: Danos agua para beber. Y Moisés les dijo: ¿Por qué peleáis conmigo? ¿Por qué tentáis al Señor? Pero el pueblo tuvo allí sed, y murmuró el pueblo contra Moisés, y dijo: ¿Por qué nos has hecho subir de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados? Y clamó Moisés al Señor, diciendo: ¿Qué haré con este pueblo? Un poco más y me apedrearán. Y el Señor dijo a Moisés: Pasa delante del pueblo y toma contigo a algunos de los ancianos de Israel, y toma en tu mano la vara con la cual golpeaste el Nilo, y ve. He aquí, yo estaré allí delante de ti sobre la piedra en Horeb; y golpearás la piedra, y saldrá agua de ella para que beba el pueblo. Y así lo hizo Moisés en presencia de los ancianos de Israel. Y puso a aquel lugar el nombre de Masah y Meriba, por la contienda de los hijos de Israel, y porque tentaron al Señor, diciendo: ¿Está el Señor entre nosotros o no?" (Éxodo 17, 1-7)

En esta lectura el pueblo de Israel tras su huida de Egipto al desierto empieza a tener una sed tremenda ante el cruel calor del desierto. En esta necesidad, Dios le indica a Moises cómo ha de actuar para saciar a su pueblo. ¿Por qué Dios no actúa así con nosotros? En nuestra vida, nosotros también pasamos por momentos de sed, de tristeza y de dudas. Qué fácil sería que tan conciso y rápido Dios no diese unas instrucciones a seguir que solucionasen todos esos problemas.

Esto igual suena exagerado, pero nos sorprendería la cantidad de veces que nos vemos tentados a pedirle a Dios que interceda por nosotros y nos solucione un problema o nos evite un mal. Para muchos rezar se acerca más a una lista de deseos pensados para frotar una lámpara mágica que para hablar cara a cara con Jesús.

Lo más sorprendente es que en la realidad, Jesús sí que nos guía ante estas dudas, ante esta incertidumbre, ante esa sed. ¿Por qué Moises no duda en recurrir a Dios? Porque confía plenamente en él. Porque su fe es tan fuerte y profunda como las raíces de un árbol. Pues de igual manera nosotros tenemos que confiar en Dios.

Durante las semanas hemos hablado de los árboles y las plantas de muchas maneras. Hoy queremos comparar la fe con las raíces de un árbol. La parte no visible de los mismos y que sin embargo los mantiene aferrados al suelo y les proporciona todos los nutrientes y agua necesarios para no solo sobrevivir, sino Vivir.

Solo las raíces más profundas y fuertes llegan al agua subterránea que sacia la sed que tantas veces tenemos. Solo la fe que se mantiene firme en nuestros principios aguanta los vientos más violentos y las tormentas más tempestuosas. En cambio, si tu fe, tus raíces, son poco profundas, no son capaces de sostener los nutrientes que tu vida necesita. Y son en esos momentos en los que empezamos a pensar que esta sed, esas dudas, esa incertidumbre son externas. Quizá era el suelo, voy a transplantarme a este otro sitio. Igual era la zona que llovía poco. Excusas que solemos ponernos, no tengo tiempo, es que no lo entiendo... cuando el verdadero problema es que no nos atrevemos a profundizar en la fe, en confiar plenamente en Jesús.

¿Cómo crees que son tus raíces?¿Cómo afrontas esas situaciones de miedo, frustración, dudas?¿Cómo crees que eran las raíces de Moises?

Para ayudarte mientras maduras estas preguntas te dejamos esta canción:


Esta semana de cuaresma te animamos a que intentas madurar tu fe, ahondar en tu confianza en Dios y arraigar tus raices la valentía de vivir tu vida desde el prisma de la fe.



Fuentes.

https://www.escuelabiblica.com/estudio-biblico.php?id=118

Basado en los recursos de la comunidad AUTE.

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