Aunque a
finales del siglo XIX la educación en la escuela pública terminaba a los 14
años, Lise pudo estudiar en la universidad.
Lise comenzó
sus estudios universitarios en 1901 y las clases del físico Ludwig Boltzmann le
iniciaron en un mundo que la fascinó. Al no discriminar a las mujeres y aceptar
su integración en sus clases, Boltzmann forjó una comunidad científica a la que
Lise se unió.
Lise pronto
empezó a destacar en sus estudios, pero a pesar de sus éxitos, una científica
no tenía mucho futuro en Viena, así que
decidió mudarse a Berlín y seguir sus estudios en radioactividad. Así es como
Max Plank le permitió acceder a sus estudios y trabajar en un laboratorio donde
conoció a Otto Hahn.
Solamente había un problema: El laboratorio no podía aceptar más mujeres y Lise tuvo que trabajar en el sótano y utilizar los servicios del restaurante que había en frente del instituto.
Como no
recibía ninguna compensación económica, su trabajo era financiado por su
padre, lo que tenía como consecuencia que viviera en una habitación de una
residencia de señoras sin cuarto de baño.
En 1912 la
pareja recibió dos ofertas muy desiguales: Mientras que a Han le ofrecían un
puesto de joven científico, Lise debía conformarse con una colaboración
gratuita.
Al año
siguiente fue nombrada primera ayudante de científico y consiguió su primer
sueldo, muy por debajo del de su compañero.
En 1919 fue
la primera mujer que obtuvo la plaza de profesora universitaria.
Con la
llegada de Hitler al poder y a diferencia de Einstein, Lise decidió volver a
Alemania, donde, a pesar de ser no-aria, Lise pudo continuar su trabajo en el
laboratorio, pero se le privó del título de profesora.
En aquella
época había cuatro potentes grupos de investigación en Europa. La física
nuclear acababa de empezar y se necesitaba mucha gente con talento para entender
fenómenos tan sorprendentes como que al colisionar dos protones se
desprendieran tres protones.
En 1938 la
situación política se agravó, Lise perdió su nacionalidad austríaca y fue
expulsada del laboratorio en el que trabajaba.
La alarma saltó cuando decidió aceptar la invitación de colaborar con otros compañeros en el extranjero y el Gobierno alemán le quitó el pasaporte y le prohibió viajar. Sus colegas de Berlín reaccionaron e hicieron lo posible por sacarla del país. En 1939 salió clandestinamente en un tren hacia Holanda. Sin dinero, sola y asustada estuvo esperando meses a que alguna universidad le ofreciera trabajo. Finalmente, se trasladó a un instituto de Suecia. donde no se le permitía tener estudiantes y en el que le dieron muy pocos recursos para construir un nuevo laboratorio experimental. Pese a todo, Lise reemprendió sus investigaciones.
Lise, junto con su sobrino Otto, desarrolló la primera teoría de fisión nuclear que pronto ganaría importancia en la segunda guerra mundial.
Además,
descubrió El elemento químico 109, que se nombró meitnerio en honor a ella, por
lo que se convirtió así en la única mujer que tiene un elemento en la tabla
periódica en su honor.
En 1942 se le ofreció participar en un grupo internacional de investigación para conseguir una bomba atómica y terminar con el régimen nazi. A pesar de que le hubiera supuesto una oportunidad para trasladarse desde Suecia a EE. UU, dejar ese laboratorio que no la quería y trabajar mano a mano con los grandes cerebros de la época, no aceptó. Dejó sus razones bien claras: no quiso tener nada que ver con una bomba. Ningún otro científico rechazó la oferta.
Al terminar la guerra en EE. UU. se produjo una corriente de reconocimiento a la labor de Lise en la fisión. Se la consideró “la madre de la bomba atómica”, título que nunca fue de su agrado.
En 1947 Hahn
recogió el Nobel y no mencionó en absoluto los treinta años de colaboración que
pasó junto a Lise.
Meitner, a
pesar de no recibir el Nobel, tuvo muchos otros reconocimientos a su carrera.
En 1966 Hahn,
Meitner y Strassman recibieron el famoso premio Enrico Fermi. A pesar de que
Hahn intentó que Meitner no recibiera tal reconocimiento, Strassman no lo
permitió.
En 1960 se
trasladó a Cambridge para estar cerca de su familia y falleció en 1968 a sus 90
años.
Entrada realizada por el grupo de Caminantes de Emaús
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