Quinta semana de Cuaresma para Emaús



Lectura Juan 8, 1-11


Jesús se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles. Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?» Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acuasarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra». E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?» Ella respondió: «Nadie, Señor». Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más».

Reflexión

Esta semana toca actualizar la aplicación de la lupa. Es un sencillo instrumento, que, seguramente nosotros no necesitamos porque tenemos buena vista. Pero, me pregunto: ¿utilizamos la lupa para mirarnos a nosotros mismos o a los demás? Me temo que es más fácil mirar con lupa a los demás. O sea, acercarnos, mirar detenidamente y agrandar los defectos de los demás.
La verdad es que da mucho morbo, porque con la lupa se ven tan grandes los defectos ajenos que nos parecen intolerables. Además, mientras miramos los de los demás, nuestros defectos se ocultan, pasan desapercibidos. Y, total, aunque se den cuenta de ellos, no son ni de lejos tan grandes y evidentes como aquellos sobre los que tenemos puesta la lupa.
¡Cómo somos!
Así eran también en la época de Jesús. La mujer que llevan delante de Jesús y quieren apedrearla por haberse acostado con un hombre no sería mucho peor que los que la juzgan. Pero ellos han puesto la lupa sobre ella, solo existe ese pecado. Esa mujer debe morir. No se puede tolerar.

Jesús mira al suelo. Tiene lupa, pero no la usa. De repente dice una frase tremenda: “quién esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. Que es como decir: dejar de mirar con lupa a los demás y miraos a vosotros mismos. Y volvió a mirar al suelo. Él, que tenía todas las razones del mundo para juzgar a aquella pandilla de brabucones machistas e hipócritas, no lo hace. Deja que cada uno se juzgue.
Usa la lupa para mirarte y ver tus pecados y pedir perdón.
Pero acto seguido, cierra tu lupa y déjate mirar por la lupa de Jesús que no juzga, no se para en los detalles, no agranda tus culpas. Solamente te mira y te dice: “Yo tampoco te condeno. Vete en paz”.


Actúa
Estamos a punto de irnos de Pascua. Unos días en los que tendremos la oportunidad de vivir y compartir con él los últimos días de Jesús. Durante estos 4 días tendremos la oportunidad de revisar nuestra vida, nuestra fe. Estas últimas semanas os hemos propuesto pequeños actos que hacer y ahora, en la última semana de Cuaresma te propongo que te mires por dentro, te juzgues a ti mismo y te des cuenta de tantas y tantas cosas que no nos hacen seguir el camino de Jesús. Piensa, apunta y te animo a que durante la Pascua hables con Ángel sobre todo esto, te confieses con él y te limpies para poder vivir la Pascua intensamente. 

Oración
 Señor, ¡cuánto hemos de aprender aún!
¡Cuánto hemos de aprender a callar
viendo lo que sufren y padecen otros!
Sin embargo,
nos quedamos "atrapados" en nuestros sufrimientos, 
en los personales
y, a lo más, en los familiares...

Sabemos poco de lo que es la intemperie,
poco entendemos de la desnudez
en esta sociedad consumista, 
la inseguridad nos pone nerviosos
y hemos aprendido a justificarlo todo. 

Por eso necesitamos una conversión continua,
porque las conversiones "de momento"
las sabemos manipular. 
Ven Tú a decirnos "nuestra verdad"
y sácanos de nuestro "diminuto mundo".
Ábrenos a las noticias buenas
que hablan de solidaridad y de entrega. 
Haz que dentro de nosotros
surja una insatisfacción que nos ayude a cambiar, 
a plantearnos las grandes preguntas del Evangelio
y a dar pasitos sencillos 
hacia el estilo de vida que Tú nos enseñaste. 

Perdonanos "tantas y tantas deudas"
y diles a nuestros hermanos pobres
que ellos traten también de perdonarnos .

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