Cuaresma para jóvenes: Cuarta Semana


¿Cuántas distancias sin sentido?
 Tan lejos de ti mismo, tan lejos de los pobres, tan lejos de Dios, tan lejos de los tuyos, tan lejos ¿de qué?, pero siempre lejos de realizarte, lejos de ser feliz, lejos de hacer algo que merezca la pena.
 Toma el tren del cambio, aún estás a tiempo. Dios hace nuevas todas las cosas, ¡Déjate reconciliar por él!

Lectura: Juan 5, 17-30
"Y Jesús les respondió: Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo. Por esto los judíos tenían más ganas de matarlo, porque no solo abolía el sábado, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios.
Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis. Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida."

Toma medidas
El evangelio de hoy nos muestra la unidad que hay entre Jesús y Dios, entre el padre y el hijo. Y nos invita a que nosotros también estemos unidos, también formemos parte de esa unión, que nosotros hoy dejemos que Dios actúe a través nuestra, por qué ¿PARA QUÉ TANTAS DISTANCIAS SIN SENTIDO con él?

-Vamos a rezar una oración que se titula 'Irradiar a Cristo' que la Madre Teresa de Calcuta rezaba siempre. Antes de rezarla vamos a hacer una lista de todas las cosas que nosotros hacemos que son oscuridad en vez de luz para los demás. Cámbialo. Tienes una semana. 

Querido Jesús,

ayúdame a esparcir tu fragancia por donde quiera que vaya.
Inunda mi alma de espíritu y vida.
Penetra y posee todo mi ser tan completamente
que mi vida solo sea un resplandor de la tuya.
Brilla a través de mí, y permanece tanto en mi 
que todas las almas con las que tenga contacto
puedan sentir tu presencia en mi alma.
Haz que cuando me miren, no me vean a mí sino solamente a ti, Jesús.
Quédate conmigo y entonces comenzaré a brillar como Tú brillas;
a brillar tanto que pueda ser una luz para los demás.
La luz, oh Jesús, vendrá toda de Ti; nada de ella será mia;
serás Tú quien ilumine a los demás a través de mí.
Permíteme pues alabarte de la manera que más amas,
brillando para quienes me rodean.
Haz que predique sin predicar, no con palabras sino con mi ejemplo,
con la fuerza contagiosa, con la influencia de lo que hago,
por la evidente plenitud del amor que mi corazón siente por mi.
Amén.





Comentarios