Segunda semana de Cuaresma


La vida es como la subida a una montaña. Vamos, cada día, acumulando experiencias en cada paso. Vamos, cada día, superando dificultades cuando la pendiente es más pronunciada. Vamos, cada día, estando un poco más cerca de la cima.

Hay días en los que el cielo se nubla, aparecen los actos egoístas, el no escuchar a los demás, ni siquiera a Dios, y todo esto nos impide ver más allá. Nos sentamos, nos acomodamos en un lugar y es entonces cuando nos rendimos. Pasa el tiempo, y cuando casi nos hemos olvidado de que nunca estamos solos, recuerdas que una vez alguien te dijo “en ocasiones no estamos preparados para observar la mano que nos tiende Dios y por eso dejamos de subir” Esa voz nos hace sentir una explosión de emociones dentro de nosotros, y en ese momento te das cuenta de que todo este tiempo podías ver un rayo de luz asomando entre las nubes, pero tenías los ojos cerrados, Dios te ofrece su mano para que cuentes con él, y sigas caminando.


COMPROMISO
Piensa un momento, últimamente has discutido con alguien, con algún amigo, tu madre, padre... Tú crees que tienes la razón, pero en realidad, eso es lo que menos importa. Te proponemos algo durante esta semana: comprométete a pedirle disculpas, que lo sientes, y lo haces de corazón. Es en estos pequeños actos donde podemos ver, sentir y abrazar el cariño que Dios nos da a través de los demás. 

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