EDICIÓN ESPECIAL Crónica El Príncipe de Persia: Los Guardianes de la Luz

¿Es que no sabes lo que ha pasado estos días en Persia? Por todo el reino ha corrido la voz de lo que un grupo de valientes persas han conseguido hacer. ¿De verdad que no os habéis enterado aún? Si quieres saberlo tendrás que leer esta edición especial de Noticias QCN.
Resulta que después de que el mismísimo Príncipe Dastan nos contará que su padre había
sido asesinado fuimos de inmediato a Kermanshah, la Ciudad del Olvido. Allí conocimos a las diferentes tribus y los Ahura que encabezaban cada una de ellas. Por la noche conocimos también la historia de Dastan, cómo fue adoptado como príncipe por su valentía y como fue acusado de un delito que él no había cometido. Juramos entre todos comprometernos a proteger la Luz y a luchar por la verdad sobre el Príncipe. Además, conocimos a Surén, el padrino de Dastan, que nos reveló que el asesinato había sido obra de un grupo que se hacían llamar Hassassin. Y por si esto fuera poco, nos llegó la noticia de que uno de ellos quería traicionarlos y unirse a nosotros, quería ser un infiltrado entre ellos. También nos comentó que el Rey Saraman le dijo que si pasara algo fuéramos a visitar a la Princesa del Tiempo, en el Castillo del Tiempo, en la Isla del Tiempo…
Así que al día siguiente fuimos hasta allí. Fue entonces cuando la Princesa nos explicó que la daga que el Príncipe tenía en sus manos, la que su padre dijo que cogiera y huyera si pasaba algo, tenía un poder muy especial: el de retroceder en el tiempo. Sin embargo supimos también que tenía unas consecuencias catastróficas que no podíamos conocer… pero descubriríamos más adelante. Las tribus de los mayores se quedaron pagando el precio de la información recibida en la Isla del Tiempo, donde unos Hassassin advirtieron de un ataque nocturno, mientras que los demás tuvieron que encontrar un código que el infiltrado nos propuso para comunicarse con nosotros de forma más cautelosa. Después de conocer de manos de los mayores que seríamos atacados por la noche, nos preparamos para oponer resistencia. Los Hassassin llegaron buscando algo, pero no supimos el qué hasta bastante después… Finalmente logramos resistir.

Al posterior amanecer nos encontramos un mensaje del infiltrado que nos citaba por la noche en el Oasis de Quom, así que atravesamos el desierto de Kavir lleno de alimañas para encontrarnos con él. Aprendimos algunos cuentos de manos de las diferentes satrapías, hasta que apareció el infiltrado o, mejor dicho, la Infiltrada. Supimos por ella que detrás de los Hassassin había alguien que movía los hilos, un responsable de todo, que tenían las pruebas de que ellos habían sido los responsables del asesinato del Rey Saraman, y que no puede hacer más para ayudarnos. La decisión estaba clara: teníamos que robarles esas pruebas para demostrar la inocencia de Dastan. En el día después estuvimos entrenando para pasar desapercibidos como un Hassassin más, aprendiendo sus saludos, sus bailes, su forma de hablar, sus juegos… Así que por la noche, nos adentramos en su escondite en las Ruinas de la Ciudad de Lur, y les arrebatamos sigilosamente las pruebas que los declaraban culpables.

Al día siguiente decidimos que los mayores irían a entregar esas pruebas a Persépolis, donde tuvieron que emplearse a fondo para limpiar el nombre de Dastan en toda la ciudad. Supimos también que el que manejaba los hilos de los Hassassin era el Príncipe Oscuro, y que Elika era su hija… Mientras tanto, los demás supimos de manos de la Infiltada que recibiríamos un inminente ataque Hassassin. Fue durante el mismo, cuando estos obligaron a algunos Ahura a beber un brebaje con efectos desconocidos. Incluso asaltaron a los Ahura de las tribus mayores en su regreso de Persépolis. Todo parecía normal… hasta que llegó la cena. Después de un misterioso conjuro, los Ahura que habían bebido se transformaron en Hassassin, huyendo del lugar mientras mostraban su escorpión en el brazo. Aquella noche fue terrible. Supimos que un alquimista de la zona tenía un antídoto para ese brebaje, pero aún así los Hassassin consiguieron llevarse casi todos. La situación no podía ser peor: los Hassassin eran más, y nosotros casi no teníamos Ahura a nuestro lado. Aceptando todas las consecuencias que podía acarrear, decidimos utilizar las Arenas de la Daga del Tiempo, y esperar al día siguiente…
Y funcionó. Amanecimos de nuevo en el mismo día, pero nuestras decisiones cambiaron. Los mayores no fueron a Persépolis, sino que se quedaron con los demás para evitar el desastre en el ataque que sabíamos que tendría lugar. La Infiltrada nos avisó de nuevo del ataque, pero esta vez ya estábamos preparados, y ningún Ahura bebió el brebaje. Todo salió tan a pedir de boca, que por la noche llegó el mismísimo Maharajá de la India, antiguo poseedor de la Daga del Tiempo. Él y su comitiva real nos invitaron a pasar una velada especial, con cena india y espectáculos desde el lanzamiento de cuchillos hasta la danza del vientre, pasando por unas bailadoras de cariocas espectaculares. Fue al final cuando el Maharajá nos reveló las consecuencias de las Arenas del Tiempo. Existían dos dioses, Ormazd en la Luz y Ariman en la Oscuridad. El primero encerró al segundo en la Fuente de la Luz para que no causara ningún mal. Pero este habló con el que ahora es el Príncipe Oscuro, y le dijo que si él le ayudaba a liberarle sería el Príncipe de su reinado. Este reclutó a los Hassassin, y el resto ya lo sabéis. El asesinato del Rey fue una estratagema, todo era parte de un plan. Nos obligaron a utilizar las Arenas del Tiempo, y lo peor estaba por llegar. La Batalla de los Cielos se acercaba.
Al día siguiente fuimos a la Biblioteca de Tabas, pues la Infiltrada nos dejó un mensaje y necesitábamos un silabario para descifrarlo. Allí fue donde una vez más los Hassassin nos atacaron, pero logramos descifrar el mensaje oculto, y gracias a ello pudimos conocer la identidad del Príncipe Oscuro, del padre de Elika. Ahora sabíamos a quién nos enfrentábamos. Los Hassassin se fueron, pero antes de ello el Príncipe lanzó la maldición de los Golnar sobre nosotros. Por la noche, los mayores fueron rápidamente al desfiladero de Yandaq para anular el conjuro en una noche llena de magia, mientras que los demás resistieron el ataque de los Golnar hasta que el conjuro fue anulado.
Amaneció el día definitivo, la Gran Batalla. Sabíamos que no nos quedaba mucho tiempo. Por la mañana fuimos a purificarnos para la batalla, y por la tarde fuimos a por las armas que utilizaríamos: las Quin-Shanay para encerrar a los Hassassin en la Luz, y el conjuro que recitaríamos alrededor de la Fuente de la Luz para que Ariman nunca llegara a escapar de ella. Conseguimos ambas cosas en la Ciudadela de Asat, superando y escapando de la tribu de los Empaka, que custodiaba las Quin-Shanay, y del mismísimo Príncipe Oscuro que impedía que consiguiéramos lo necesario para la batalla.
Y llegó la hora. Nos organizamos por tribus, escuchamos a Dastan, y supimos que esa vez no podíamos fallar, que no habría una segunda oportunidad. Los Hassassin vinieron, y la batalla comenzó. Fue una noche épica, que será recordada en toda Persia. Los Hassassin pretendían clavar numerosos Palos de Oscuridad alrededor de la Fuente de la Luz para anular su poder y que Ariman escapara, pero nosotros no estábamos dispuestos. Íbamos encerrándolos poco a poco, pero siempre conseguían escapar y salvarse unos a otros. Fue entonces cuando Dastan y Elika nos reunieron y supimos que teníamos que cogerlos a todos a la vez para que no pudieran ayudarse unos a otros… y así fue. Logramos encerrar a los Hassassin, incluido el Príncipe Oscuro, en todas las Quin-Shanay. Rápidamente fuimos a la Fuente de la Luz, donde pronunciamos el conjuro… y de repente los Hassassin fueron absorbidos por la Luz. Lo habíamos logrado, la Batalla de los Cielos acabó con el triunfo de la Luz sobre la Oscuridad.

Al día siguiente nos dispusimos a celebrarlo como se merecía. Los mayores no prepararon unos juegos en la playa, y por la noche todos preparamos un regalo a nuestros compañeros. Y algo mágico volvió a ocurrir. Después de demostrar que luchábamos por la Luz durante diez días, después de defender a Dastan y Elika con uñas y dientes, después de combatir a los Hassassin con lo que fuera necesario, llegó el momento en el que todos fuimos nombrados Ahura. Y por si esto fuera poco, Surén nos comunicó que por toda Persia se había extendido nuestra aventura, y que todos conocían lo que habíamos hecho. Por ello, a partir de entonces, Dastan sería nombrado Rey de Persia.
Aquel nombramiento no se quedó allí, sino que desde entonces tenemos una misión en el mundo, no solo en Persia: la de transmitir esa Luz que nunca se apaga a todo aquel que la necesite, pues de nada habrá servido encerrar a Ariman de nuevo si nosotros no somos Luz para los demás.
Guardianes de la Luz… …llamas que nunca se apagan.

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